No duerme nadie por el cielo,
nadie, nadie, no duerme nadie.
Las criaturas de la luna
huelen y rondan las cabañas.
Vendrán las iguanas vivas
a morder a los hombres que no sueñan.
Y el que huye con el corazón roto
encontrará por las esquinas
al increíble cocodrilo quieto
bajo la tierna
protesta de los astros.
No duerme nadie por el mundo,
nadie, nadie, no duerme nadie.
No es sueño la vida.
¡Alerta! ¡Alerta!
Subimos al filo de la nieve
con el coro de las dalias muertas.
Pero no hay olvido,
ni sueño, carne viva.
Los besos atan las bocas
en una maraña de venas recientes
y al que le duele su dolor
le dolerá sin descanso
y el que teme la muerte
la llevará sobre los hombros.
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