Que yo no sé si está bien.
Yo ya no sé qué está bien.
Yo solo sé que no quiero que un niño
vuelva a escarbar en el fango buscando zapatos,
los zapatos baratos que hizo otro niño aún más barato,
al otro lado del mundo.
Y yo no sé si está bien.
Yo ya no sé qué está bien.
Yo solo sé que no quiero que un hombre quiera matar a un hermano.
Niños jugando a soldados mirando hacia el cielo y el arma en las
manos.
Poetas malditos, esclavos del tiempo.
Que no me grites,
que no me susurres,
no seas tan valiente.
Que no me asustes,
que no me dirijas,
no seas tan cobarde.
Que yo no sé a donde vamos.
No sé si nos vamos, el cuerpo ocupado de que puede estar hecho el
barro del pensamiento, no sé si me inclino ante quién he ganado.
Poetas malditos, cuando perdí mis zapatos.
Son niños completamente perdidos,
acomplejados por la gran ciudad,
aniquilados por su velocidad.
Son niños completamente perdidos,
acomplejados por la gran ciudad,
aniquilados por su velocidad.
Son niños completamente perdidos,
acomplejados por la gran ciudad,
aniquilados por su velocidad.
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