Acaba de lanzar su segundo álbum en solitario, Reversos, un disco de versiones y temas propios con el que ha dado sus primeros pasos en el mundo de la autogestión. Además, compatibiliza su carrera solista con la del grupo que le hizo popular hace más de 25 años, Danza Invisible, y colabora con otros músicos. En tiempos de crisis, la solución es diversificarse, explica el malagueño Javier Ojeda.
¿Después de 30 años en la música uno puede sentir que empieza de cero?
Empezar de cero es un concepto bonito, significa que ante uno se abre un mundo de posibilidades. Y eso es positivo. Pero además, a pesar de tener 17 discos a mis espaldas y estar absolutamente convencido de que este último es uno de los tres o cuatro mejores de mi carrera, siento que a día de hoy todavía tengo que seguir demostrando que soy bueno, como si tuviera que darme a conocer otra vez, como al principio… En este país la música tiene fecha de caducidad y funciona así.
¿Qué hay de nuevo en su disco Reversos?
Lo más llamativo es que las versiones que incluye son de temas latinoamericanos que han sido escogidos por la calidad literaria de sus letras. Tienen facetas que nadie esperaría escuchar en mi voz. Es más duro, tiene mucho soul y R&B, que son los únicos géneros que han sobrevivido durante toda mi vida de vaivenes en mi lista de gustos musicales. Y es un disco de deudas pendientes que incluye composiciones que tenía en la mente cantar desde hace tiempo. A la hora de escogerlas, hay un sexto sentido que me dice cuáles son las canciones que van a quedar bien con mi voz.
En este país la música parece tener una fecha de caducidad ¿Quién le convenció para posar desnudo en la portada del disco?
La portada es… ¡total! Una broma rompedora y divertida. Actualmente existe una obsesión salvaje por la imagen: todos los cantantes somos guapísimos, nos retratan guapísimos y aparecemos divinos en los medios. Sin embargo, yo estoy en la carátula con cara de pasmarote, con mi cuerpo de 40 años y rodeado por los juguetes de mis críos… es el reverso del artista.
Ha sacado el disco con su propio sello, Jo. ¿Qué tal la experiencia del ‘hágalo usted mismo’?
He podido tener más control sobre todo el proceso y evitar intermediarios. Dudaba si hacerlo, es un paso importante y no soy negociante, no me gusta el mundo de las cuentas. Warner me había ofrecido una licencia, pero las condiciones no eran muy allá, supongo que son las que pueden dar en estos tiempos de crisis. Finalmente opté por tirarme a la piscina y gestionar todo. Lo que me encanta es haber podido hacer una portada, elegir el número de canciones, el orden, el equipo de trabajo… sin que nadie me ponga trabas. Y creo que he obtenido el trabajo mejor editado de mi carrera, con un libreto de 24 páginas y un diseño superbonito.
Pero descarta que vaya a sonar en las radios convencionales...
Estoy seguro de ello. En las radios convencionales todo funciona con dinero, a base de comisiones. Además, las grandes radiofórmulas utilizan desde hace cinco o seis años un nuevo sistema informático y surrealista llamado call out que, a partir de un oyente típico y de estadísticas, decide si algo debe sonar o no en su emisora. Es un sistema demencial que ha logrado que llevemos escuchando desde hace 15 años a Shakira ininterrumpidamente o que no pare de sonar el tema que interpreté con Efecto Mariposa, pero que no suenen otras canciones más recientes.
¿La sombra de Danza Invisible siempre le acompaña?
Sí, pero no me molesta en absoluto, ¡cómo voy a renegar de un grupo del que soy vocalista y compositor casi todos los temas!
¿En qué momento se encuentra Danza Invisible?
Seguimos en activo pero pasando una racha un poco chunga. Yno me refiero en lo personal, ya que en ese aspecto diría que estamos mejor que nunca. Estos dos últimos años han sido muy flojos. Yo he salido adelante porque me he pluriempleado, he tocado en formato acústico, he sacado este disco y me he diversificado un montón. A lo mejor me he dado cuenta antes de tiempo de lo que se nos venía encima.
Danza Invisible sigue en activo, pero pasando una rancha un poco 'chunga' ¿Qué medida tomaría para asegurarse que los artistas cobran sus derechos de autor?
Tengo muy claro que si fuese por mí, se refundaría SGAE y directamente cambiaría el nombre a la asociación, la imagen, el personal y todo. Hay sociedades de protección intelectual en todo el mundo y en ningún otro país son consideradas las entidades más odiadas por los ciudadanos como ocurre en España. Lo última asamblea que tuvieron creo que fue lamentable. Estamos mal y en un momento en que urge decirle a la gente que los artistas necesitamos estar retribuidos, que se haya dado esa imagen es una faena.
Es un experto de la escena del pop malagueño. ¿Cuál es su estado de salud?
Vive lo que vive el resto del país: hay grupos buenísimos pero existe desencanto, la gente ve que saca un disco y nadie lo compra. Asimismo hay un mal endémico, al menos en la capital de Málaga, que es la falta de locales para actuar. La liberalización de la ley de licencias de salas de música en directo está en proceso, pero aún no se ha producido. Por si esto no fuera poco, las bandas nuevas tienen que luchar contra los locales que no quieren que toquen temas propios, sino versiones de temas conocidos. Al final, va a ser un aburrimiento porque no va a haber nuevos grupos.
¿Después de 30 años en la música uno puede sentir que empieza de cero?
Empezar de cero es un concepto bonito, significa que ante uno se abre un mundo de posibilidades. Y eso es positivo. Pero además, a pesar de tener 17 discos a mis espaldas y estar absolutamente convencido de que este último es uno de los tres o cuatro mejores de mi carrera, siento que a día de hoy todavía tengo que seguir demostrando que soy bueno, como si tuviera que darme a conocer otra vez, como al principio… En este país la música tiene fecha de caducidad y funciona así.
¿Qué hay de nuevo en su disco Reversos?
Lo más llamativo es que las versiones que incluye son de temas latinoamericanos que han sido escogidos por la calidad literaria de sus letras. Tienen facetas que nadie esperaría escuchar en mi voz. Es más duro, tiene mucho soul y R&B, que son los únicos géneros que han sobrevivido durante toda mi vida de vaivenes en mi lista de gustos musicales. Y es un disco de deudas pendientes que incluye composiciones que tenía en la mente cantar desde hace tiempo. A la hora de escogerlas, hay un sexto sentido que me dice cuáles son las canciones que van a quedar bien con mi voz.
En este país la música parece tener una fecha de caducidad ¿Quién le convenció para posar desnudo en la portada del disco?
La portada es… ¡total! Una broma rompedora y divertida. Actualmente existe una obsesión salvaje por la imagen: todos los cantantes somos guapísimos, nos retratan guapísimos y aparecemos divinos en los medios. Sin embargo, yo estoy en la carátula con cara de pasmarote, con mi cuerpo de 40 años y rodeado por los juguetes de mis críos… es el reverso del artista.
Ha sacado el disco con su propio sello, Jo. ¿Qué tal la experiencia del ‘hágalo usted mismo’?
He podido tener más control sobre todo el proceso y evitar intermediarios. Dudaba si hacerlo, es un paso importante y no soy negociante, no me gusta el mundo de las cuentas. Warner me había ofrecido una licencia, pero las condiciones no eran muy allá, supongo que son las que pueden dar en estos tiempos de crisis. Finalmente opté por tirarme a la piscina y gestionar todo. Lo que me encanta es haber podido hacer una portada, elegir el número de canciones, el orden, el equipo de trabajo… sin que nadie me ponga trabas. Y creo que he obtenido el trabajo mejor editado de mi carrera, con un libreto de 24 páginas y un diseño superbonito.
Pero descarta que vaya a sonar en las radios convencionales...
Estoy seguro de ello. En las radios convencionales todo funciona con dinero, a base de comisiones. Además, las grandes radiofórmulas utilizan desde hace cinco o seis años un nuevo sistema informático y surrealista llamado call out que, a partir de un oyente típico y de estadísticas, decide si algo debe sonar o no en su emisora. Es un sistema demencial que ha logrado que llevemos escuchando desde hace 15 años a Shakira ininterrumpidamente o que no pare de sonar el tema que interpreté con Efecto Mariposa, pero que no suenen otras canciones más recientes.
¿La sombra de Danza Invisible siempre le acompaña?
Sí, pero no me molesta en absoluto, ¡cómo voy a renegar de un grupo del que soy vocalista y compositor casi todos los temas!
¿En qué momento se encuentra Danza Invisible?
Seguimos en activo pero pasando una racha un poco chunga. Yno me refiero en lo personal, ya que en ese aspecto diría que estamos mejor que nunca. Estos dos últimos años han sido muy flojos. Yo he salido adelante porque me he pluriempleado, he tocado en formato acústico, he sacado este disco y me he diversificado un montón. A lo mejor me he dado cuenta antes de tiempo de lo que se nos venía encima.
Danza Invisible sigue en activo, pero pasando una rancha un poco 'chunga' ¿Qué medida tomaría para asegurarse que los artistas cobran sus derechos de autor?
Tengo muy claro que si fuese por mí, se refundaría SGAE y directamente cambiaría el nombre a la asociación, la imagen, el personal y todo. Hay sociedades de protección intelectual en todo el mundo y en ningún otro país son consideradas las entidades más odiadas por los ciudadanos como ocurre en España. Lo última asamblea que tuvieron creo que fue lamentable. Estamos mal y en un momento en que urge decirle a la gente que los artistas necesitamos estar retribuidos, que se haya dado esa imagen es una faena.
Es un experto de la escena del pop malagueño. ¿Cuál es su estado de salud?
Vive lo que vive el resto del país: hay grupos buenísimos pero existe desencanto, la gente ve que saca un disco y nadie lo compra. Asimismo hay un mal endémico, al menos en la capital de Málaga, que es la falta de locales para actuar. La liberalización de la ley de licencias de salas de música en directo está en proceso, pero aún no se ha producido. Por si esto no fuera poco, las bandas nuevas tienen que luchar contra los locales que no quieren que toquen temas propios, sino versiones de temas conocidos. Al final, va a ser un aburrimiento porque no va a haber nuevos grupos.
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